Leer y reflexionar sobre el sentimiento de la dulzura y llevarlo a la práctica estos días en casa. Además, os invito a que de manera voluntaria me enviéis la reflexión al siguiente correo: reli.ceipmanantial@gmail.com
Dulzura
Ser dulce es tratar a los demás con
delicadeza y afecto. Eso incluye no alzar la
voz ni emplear palabras groseras o gestos
violentos. Al actuar con dulzura, nuestra
presencia es para la otra persona tan
agradable como una suave brisa.
¿Dónde hallarla?
En un ‘por favor’, en una sonrisa, en una
caricia. En cualquier comportamiento que
hace sentir bien. Es la medicina más barata
y apetecible: una palabra dulce, un gesto
amable suelen bastar para reconfortarnos.
La dulzura embellece a quien la practica:
sus actos irradian armonía. Además, contagia
a quien la recibe: si son dulces con nosotros,
nos nace ser dulces a nuestra vez.
Que te limpien una herida con suavidad es
un gesto dulce de cuidado.
La dulzura en la Biblia:
Santiago 3:17
Pero la sabiduría de Dios es primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía.